Autor: José Galisteo Martínez
Durante toda la Cuaresma hemos asistido a conferencias, pregones o actos donde se ha ponderado, una vez más, uno de los actos más singulares de nuestra Semana Santa, cual es la visita corporativa a los Monumentos del Jueves Santo por parte de nuestras Hermandades y Cofradías. No existe momento, lugar u ocasión para animar a que no se pierda -con razón- esta tradición tan auténtica. Es más, con motivo de la proclamación del “Año de la Fe” por Benedicto XVI, todas las ciudades y pueblos de nuestro país se afanaron por realizar algún acto conmemorativo de relieve para conmemorar dicha efeméride. Mientras que la mayoría de ellos realizaban procesiones extraordinarias con imágenes de gran arraigo popular, en Aguilar de la Frontera nos decantamos por culminar todos los actos programados insertos en el marco de actuación común denominado TESOROS DE LA FE con la procesión del Santísimo Sacramento. Así, en unas pequeñas parihuelas de madera y oculto en el viril de uno de los ostensorios manieristas del Tesoro Parroquial, la Sagrada Forma fue acompañada por todas las Hermandades y Cofradías de la ciudad y visitó cada uno de los templos religiosos de la ciudad, rememorando ese momento concreto de nuestra Semana Santa.
Sin embargo, siempre nos hemos preguntado: ¿desde cuándo se arrastra con esta tradición? No es fácil responder a esta pregunta, pues no existe hasta el momento una prueba fehaciente que así venga a expresarlo. De todos los preceptos constitucionales antiguos consultados de nuestras corporaciones penitenciales, sólo hemos encontrados en los Estatutos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad (1895) una referencia en su capítulo segundo, punto 1, en los que los cofrades están obligados “a velar en los Monumentos durante la noche del Jueves Santo repartiéndose de por mitad el servicio con los de la cofradía de Jesús Caído”. Recordemos que esto era cuando los hermanos de sendas cofradías se solían ataviar con el traje de sayón y de romano, respectivamente, siendo en el caso de la Humildad las constituciones anteriores a su reorganización ("Sayones"). Además, con esta obligación estatutaria entendemos que se trataría de llevar a cabo una especia de turnos de vela o guardia durante el tiempo en el que Cristo-Eucaristía estuviese depositado en el altar de reserva, de arquitectura efímero, como recuerdo a la angustia y padecimiento que Jesús sufrió del Jueves al Viernes, convirtiéndose también en sepulcro del Redentor (de ahí que el receptáculo o a arca eucarística se le denominase antaño como Arca Sepulcral).
Se entiende que la costumbre que aquí, en su momento, se querría implantar sería algo similar a la práctica de otros lugares donde, sin hacerse de manera corporativa (con las cofradías), se visitan siete monumentos en templos distintos, para recordar las “estaciones” de su agonía (a saber: el recorrido por Jesús desde el lugar de la Ultima Cena, hasta el Huerto de los Olivos; del huerto a la casa de Anás; de ahí a la casa de Caifás; el tránsito al pretorio de Pilato; de Pilato a la casa del rey Herodes; cuando es llevado por segunda vez ante Pilato; y el recorrido hacia el Calvario con la Cruz a cuestas). Bien es cierto que en Aguilar no se sigue a pie juntillas esta idea, pues en las iglesias donde se establece “Monumento” se reza siempre la misma serie de oraciones y sin meditación previa.
Entonces, al margen de la intención o finalidad concreta, ¿qué referencias históricas conocemos sobre el origen de esta VISITA A LOS SAGRARIOS? La única prueba que tenemos ahora mismo es una escueta referencia hemerográfica, extraída de la crónica provincial del periódico cordobés “El Defensor de Córdoba” fechada a miércoles, 26 de abril de 1916 (nº 5.077, página 1) y escrita algún corresponsal del momento que se oculta bajo el seudónimo 'Berliomi'. En ella, se hace un ligero y protocolario repaso de lo acontecido en la Semana Santa desde el Miércoles Santo. Al llegar al Jueves Santo, se dice: “Los oficios divinos se vieron muy concurridos. A los de la Parroquia de Nuestra Señora del Soterraño asistieron los exploradores de esta ciudad que, a las tres de la tarde, visitaron los Sagrarios, acompañados del personal de la Cruz Roja. DESPUÉS FUE EL DESFILE DE TODAS LAS COFRADÍAS MENOS EL APOSTOLADO (...)". Entendemos, pues, que dicho desfile atiende al esquema que ha llegado hasta nuestros días y que era una práctica consolidada en este día. Es más, la fotografía que ilustra a esta entrada -propiedad de la cofradía de Jesús Caído- está fechada hacia 1932 y se trata del momento en el que la cofradía de Jesús Nazareno ha salido de visitar de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, lo que justifica plenamente el perfecto desarrollo y organización de este hábito desde tiempo atrás ya en nuestro pueblo.
En consecuencia, y hasta que no se demuestre lo contrario, facilitamos este dato como el más antiguo relativo al origen de esta tradición casi centenaria (insistimos, al menos, desde 1916) y que, esperemos, no se pierda de nuestra particular Semana Santa.
Durante toda la Cuaresma hemos asistido a conferencias, pregones o actos donde se ha ponderado, una vez más, uno de los actos más singulares de nuestra Semana Santa, cual es la visita corporativa a los Monumentos del Jueves Santo por parte de nuestras Hermandades y Cofradías. No existe momento, lugar u ocasión para animar a que no se pierda -con razón- esta tradición tan auténtica. Es más, con motivo de la proclamación del “Año de la Fe” por Benedicto XVI, todas las ciudades y pueblos de nuestro país se afanaron por realizar algún acto conmemorativo de relieve para conmemorar dicha efeméride. Mientras que la mayoría de ellos realizaban procesiones extraordinarias con imágenes de gran arraigo popular, en Aguilar de la Frontera nos decantamos por culminar todos los actos programados insertos en el marco de actuación común denominado TESOROS DE LA FE con la procesión del Santísimo Sacramento. Así, en unas pequeñas parihuelas de madera y oculto en el viril de uno de los ostensorios manieristas del Tesoro Parroquial, la Sagrada Forma fue acompañada por todas las Hermandades y Cofradías de la ciudad y visitó cada uno de los templos religiosos de la ciudad, rememorando ese momento concreto de nuestra Semana Santa.
Sin embargo, siempre nos hemos preguntado: ¿desde cuándo se arrastra con esta tradición? No es fácil responder a esta pregunta, pues no existe hasta el momento una prueba fehaciente que así venga a expresarlo. De todos los preceptos constitucionales antiguos consultados de nuestras corporaciones penitenciales, sólo hemos encontrados en los Estatutos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad (1895) una referencia en su capítulo segundo, punto 1, en los que los cofrades están obligados “a velar en los Monumentos durante la noche del Jueves Santo repartiéndose de por mitad el servicio con los de la cofradía de Jesús Caído”. Recordemos que esto era cuando los hermanos de sendas cofradías se solían ataviar con el traje de sayón y de romano, respectivamente, siendo en el caso de la Humildad las constituciones anteriores a su reorganización ("Sayones"). Además, con esta obligación estatutaria entendemos que se trataría de llevar a cabo una especia de turnos de vela o guardia durante el tiempo en el que Cristo-Eucaristía estuviese depositado en el altar de reserva, de arquitectura efímero, como recuerdo a la angustia y padecimiento que Jesús sufrió del Jueves al Viernes, convirtiéndose también en sepulcro del Redentor (de ahí que el receptáculo o a arca eucarística se le denominase antaño como Arca Sepulcral).
Se entiende que la costumbre que aquí, en su momento, se querría implantar sería algo similar a la práctica de otros lugares donde, sin hacerse de manera corporativa (con las cofradías), se visitan siete monumentos en templos distintos, para recordar las “estaciones” de su agonía (a saber: el recorrido por Jesús desde el lugar de la Ultima Cena, hasta el Huerto de los Olivos; del huerto a la casa de Anás; de ahí a la casa de Caifás; el tránsito al pretorio de Pilato; de Pilato a la casa del rey Herodes; cuando es llevado por segunda vez ante Pilato; y el recorrido hacia el Calvario con la Cruz a cuestas). Bien es cierto que en Aguilar no se sigue a pie juntillas esta idea, pues en las iglesias donde se establece “Monumento” se reza siempre la misma serie de oraciones y sin meditación previa.
Entonces, al margen de la intención o finalidad concreta, ¿qué referencias históricas conocemos sobre el origen de esta VISITA A LOS SAGRARIOS? La única prueba que tenemos ahora mismo es una escueta referencia hemerográfica, extraída de la crónica provincial del periódico cordobés “El Defensor de Córdoba” fechada a miércoles, 26 de abril de 1916 (nº 5.077, página 1) y escrita algún corresponsal del momento que se oculta bajo el seudónimo 'Berliomi'. En ella, se hace un ligero y protocolario repaso de lo acontecido en la Semana Santa desde el Miércoles Santo. Al llegar al Jueves Santo, se dice: “Los oficios divinos se vieron muy concurridos. A los de la Parroquia de Nuestra Señora del Soterraño asistieron los exploradores de esta ciudad que, a las tres de la tarde, visitaron los Sagrarios, acompañados del personal de la Cruz Roja. DESPUÉS FUE EL DESFILE DE TODAS LAS COFRADÍAS MENOS EL APOSTOLADO (...)". Entendemos, pues, que dicho desfile atiende al esquema que ha llegado hasta nuestros días y que era una práctica consolidada en este día. Es más, la fotografía que ilustra a esta entrada -propiedad de la cofradía de Jesús Caído- está fechada hacia 1932 y se trata del momento en el que la cofradía de Jesús Nazareno ha salido de visitar de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, lo que justifica plenamente el perfecto desarrollo y organización de este hábito desde tiempo atrás ya en nuestro pueblo.
En consecuencia, y hasta que no se demuestre lo contrario, facilitamos este dato como el más antiguo relativo al origen de esta tradición casi centenaria (insistimos, al menos, desde 1916) y que, esperemos, no se pierda de nuestra particular Semana Santa.