Cuando comencé este blog, la idea era disponer de un sitio en el que se reflejen los actos que se celebran en cuaresma y Semana Santa, pero poco a poco, este pensamiento va evolucionando y, te surgen nuevos propósitos. Propósitos tales como, intentar reflejar el pensamiento y opinión de distintas personas como pueden ser costaleros, capataces, … para intentar mostrar y contagiar al resto de personas de un sentimiento común.
Es ahí donde toma sentido está entrada. La cual surge ante preguntas que en ocasiones nos hacen alguna gente. ¿Por qué lo hacés si te hace daño? Porque si no lo hago me haría más daño aún ¿Qué sientes? Para esta pregunta hace falta más de una línea, aquí os dejo el SENTIMIENTO DE UN COSTALERO.
La mayoría de personas que de una forma u otra estamos dentro de una cofradía no sólo estamos ahí por los días de Semana Santa y por el día en que sale tu imagen. Sino que lo haces normalmente porque te sientes unido e identificado con esa imagen, porque aunque no vayas a verla sientes la necesidad en muchos momentos de acordarte de ella y, porque, tus principios y tú vida se la ofreces con tus actos.
Aún así, existe una época del año en la que este proceso se acelera y, esta época, es la Cuaresma, cuando llegan estas fechas tu corazón se acelera, en diversos momentos del día te surgen recuerdos y sonríes pensando en que ya queda poco para el día más esperado del año. El único día que verdaderamente dedicas a estar solamente con ÉL.
Después de estos días, llegó la gran Semana y ves como se acerca el día en que podrás cogerlo y andar junto a Él. Empiezan los nervios y tienes la necesidad de mirar el tiempo que va a hacer, si lloverá, si todo irá bien, si habrá algún problema,… Pero al mismo tiempo te encuentras feliz porque te gusta el ambiente que respiras, el olor a incienso, el sonido de las bandas por las calles y, piensas en el día que te toque a ti.
Tras esto, llegó el gran día. Te preparas, te vistes y sonríes nervioso porque sabes que ya queda muy poco. Andas hacia la Iglesia, te acercas y ves gente esperando, con lo que tu corazón sigue acelerándose y, por fin, ya estas junto a Él. Lo ves con luz tenue, tan cerca y tan lejos, te tranquilizas mirándolo y al mismo tiempo te impacientas con salir. Y llegó el gran momento, sales a la calle, la adrenalina se dispara y, cuando menos lo esperas estás subiéndolo a lo más alto. Comienzas a andar y tu único pensamiento es hacerlo lo mejor posible porque quieres que luzca como se merece para que todo el mundo vea lo que esa imagen, que para ti representa esa persona tan especial, sufrió por todos nosotros y quieres llevarlo y estar junto a Él dedicando ese día a estar sólo a su lado hablándole y pidiéndole que se acuerde de ti y los tuyos.
Cuando menos acuerdas estás de regreso al templo y sientes no poder más, pero aún así quieres dar todo lo que tienes porque quieres que todo el mundo vea lo GRANDE que es. Llega el momento de entrar pero no quieres dejarlo, escuchas la voz del Capataz y cualquier palabra que te diga te da todas las fuerzas para dar todo lo que tienes. Finalmente, cuando entras te quedas mirándolo con la sensación de un trabajo bien hecho y, con la felicidad de haber dedicado un día a Él lo mismo que Él dedicó su vida a nosotros y, pensando, que ojalá el año que viene puedas disfrutar de nuevo a su lado con el mismo sentimiento, con el SENTIMIENTO DE COSTALERO.