Tal vez el título llame la atención y cause cierta sorpresa. Pero quiero hacer resaltar que todo comenzó con un fracaso. Aquel Carpintero de Nazaret, el hijo de José y de María, que predicó el Reino de su Padre Celestial, que vino con una ley del amor desconocida hasta entonces, fracasó. Ni fue entendido, ni aceptado y como fruto de eso fue llevado al suplicio de la cruz, contado como un malhechor más. En la cruz muchos creyeron contemplar el fracaso de un iluso que quiso ir a contracorriente. Pero para otros, para aquellos que sintieron en su corazón la llamada a la felicidad eterna, allí estaba su Dios, su Maestro, triunfando y reinando en dos maderos, enseñándonos una nueva forma de amar sin medida ni reservas, una nueva forma de perdón incondicional, una nueva fuerza que viene de lo alto.
Este fin de semana nuestro pueblo ha vivido los frutos de aquel fracaso, que para nosotros fue el triunfo de la cruz sobre la muerte, porque sabemos que todo no acabó ahí. ¡¡¡RESUCITÓ!!! Y se quedó con nosotros para siempre en el Santísimo Sacramento del Altar. Unas iglesias repletas de gente que se acercaban a adorar al Señor en los distintos monumentos que con tanto gusto y acierto se montaron, y a contemplar los enseres de cada una de las hermandades y grupos parroquiales. Y como colofón, Jesús Sacramentado salió de nuevo a bendecir las calles de nuestro pueblo. Sobriedad, elegancia y belleza en el cortejo que lo acompañaba. La maestría de siempre en la Banda Sebastián Valero que abría paso al cortejo. Silencio y devoción al paso del Santísimo, que en cada iglesia hacía una estación rezada. Cantos que se sucedían sin parar, cantos litúrgicos que se elevaban al cielo. Y al llegar el santo sacrificio de la Eucaristía. La iglesia repleta para culminar estos actos que conmemoraban en nuestro pueblo el año de la Fe que proclamó el año pasado Benedicto XVI. El Centro Filarmónico excepcional. Y cuando todo terminó se podía ver en los rostros de todos, entre el cansancio, una satisfacción plena por todo lo vivido, por haber podido demostrar la fe de nuestro pueblo.
Aquel fracaso del monte Calvario ha sido, dos mil trece años después, un éxito en nuestro pueblo. Desde aquí reitero las palabras de nuestro párroco don Tomás: Gracias a todos los que habéis hecho esto posible. Como sacerdotes (y creo que en esto se unen mis dos compañeros) nos hemos sentido orgullosos de nuestro pueblo.
Con su muerte en la cruz y su resurrección Cristo triunfó, y en esa misma fe, Aguilar también. Un saludo a todos. Que Dios os bendiga.
Este fin de semana nuestro pueblo ha vivido los frutos de aquel fracaso, que para nosotros fue el triunfo de la cruz sobre la muerte, porque sabemos que todo no acabó ahí. ¡¡¡RESUCITÓ!!! Y se quedó con nosotros para siempre en el Santísimo Sacramento del Altar. Unas iglesias repletas de gente que se acercaban a adorar al Señor en los distintos monumentos que con tanto gusto y acierto se montaron, y a contemplar los enseres de cada una de las hermandades y grupos parroquiales. Y como colofón, Jesús Sacramentado salió de nuevo a bendecir las calles de nuestro pueblo. Sobriedad, elegancia y belleza en el cortejo que lo acompañaba. La maestría de siempre en la Banda Sebastián Valero que abría paso al cortejo. Silencio y devoción al paso del Santísimo, que en cada iglesia hacía una estación rezada. Cantos que se sucedían sin parar, cantos litúrgicos que se elevaban al cielo. Y al llegar el santo sacrificio de la Eucaristía. La iglesia repleta para culminar estos actos que conmemoraban en nuestro pueblo el año de la Fe que proclamó el año pasado Benedicto XVI. El Centro Filarmónico excepcional. Y cuando todo terminó se podía ver en los rostros de todos, entre el cansancio, una satisfacción plena por todo lo vivido, por haber podido demostrar la fe de nuestro pueblo.
Aquel fracaso del monte Calvario ha sido, dos mil trece años después, un éxito en nuestro pueblo. Desde aquí reitero las palabras de nuestro párroco don Tomás: Gracias a todos los que habéis hecho esto posible. Como sacerdotes (y creo que en esto se unen mis dos compañeros) nos hemos sentido orgullosos de nuestro pueblo.
Con su muerte en la cruz y su resurrección Cristo triunfó, y en esa misma fe, Aguilar también. Un saludo a todos. Que Dios os bendiga.
Jose Antonio Gallego Gordillo